En muchas ocasiones, por razones de simetría física o lógica, encontramos
todos los resultados igualmente verosímiles y se apela al concepto clásico de
probabilidad que se define mediante el cociente entre el número de casos
favorables al suceso y al número de casos posibles. Si un experimento
cualquiera puede dar lugar a un número finito de resultados posibles, y no
existe ninguna razón que privilegie unos resultados en contra de otros, se
calcula la probabilidad de un suceso
aleatorio A, según la regla de
Laplace, como el cociente entre el número de casos favorables a A, y
el de todos los posibles resultados del experimento:



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